Inauguración de la muestra “Una suerte espantosa”

La muestra “Una suerte espantosa” de Mario Llullaillaco con curaduría de Guad Creche, se inaugura el viernes 3 de octubre a las 20 h en el Centro Experimental del Color (ala oeste Estación Belgrano). Se trata del tercer Proyecto Seleccionado de la Convocatoria Nacional para la Presentación de Proyectos Expositivos destinados a Museos y Espacios Municipales de Arte 2025 (D.M.M. 0008/25), en la categoría Proyecto de artista y curador.

Podrá visitarse hasta el domingo 21 de diciembre de miércoles a viernes de 9 a 13 h y
miércoles a domingos y feriados de 17 a 20 h.

Territorio ritual

Se trata de una instalación de sitio específico que transforma la sala en un territorio ritual, donde se entrelazan fotografías, cerámicas, esculturas y objetos. La exposición reúne trabajos de distintos años y propone una experiencia que oscila entre lo íntimo y lo colectivo.

Una suerte espantosa es la primera muestra institucional del artista Mario Llullaillaco, una instalación de sitio específico en el Centro Experimental del Color que reúne obras realizadas entre 2008 y 2025. Son fotografías, cerámicas y esculturas que enlazan las herencias coloniales de la religión, los sincretismos populares y la memoria de un territorio atravesado por la fe: los Valles Calchaquíes de Salta, provincia de origen del artista.

La instalación propone un recorrido organizado según la geometría del espacio: un cubo dentro de un cuadrado. En el centro, una estructura cubierta por una mediasombra recuerda un rancho norteño, núcleo de reunión y resguardo. Alrededor del rancho, cuatro altares se erigen como estaciones de un vía crucis.

Popular y católico

Como en la ceremonia católica, la obra invita a avanzar y detenerse a contemplar y rezar frente a cada imagen. Pero aquí las estaciones presentan figuras modeladas en barro, esculturas y fotografías en donde el artista mismo se presenta, desdoblado. En cada esquina, los altares se levantan con barro, imágenes y objetos que remiten a un carácter popular y católico. Los murales evocan templos de Cafayate, San Carlos, San Francisco o la Catedral de Salta.

En esas superficies el barro —arcilla, cerámica, barbotina— lo impregna todo: une lo ritual con lo cotidiano, se vuelve piel común, ¿es acaso el barro, en esta muestra, el elemento de la fe? Una suerte espantosa enlaza devoción, poder y muerte. Así lo muestra la fotografía en la que el artista sostiene dos cabezas de arcilla inspiradas en las cabezas trofeo de la cultura Nazca, cráneos humanos modificados tras la muerte y ofrecidos en rituales como símbolos de dominio y sacrificio. Un gesto que condensa la tensión entre creencia y sometimiento que atraviesa los sistemas rituales.

El título de la exposición proviene del tres de copas en el tarot, carta de celebración, comunidad y abundancia, pero también de exceso, ruptura y pérdida. Esa doble condición recorre la muestra, que podemos pensar como un contra-templo en donde conviven lo erótico y lo pagano. Desde allí, Llullaillaco invoca memoria, deseo y herencia, con el barro como elemento primordial y común.